A finales de diciembre del 2020 el gobierno declaró por segunda vez semáforo rojo en la Ciudad de México y en el Estado de México para así detener el contagio por la COVID-19, sin embargo, a ya casi un año de esta crisis muchos restaurantes no estaban en condiciones para volver a cerrar, optaron por un diálogo con las autoridades para no verse afectados y preservar la salud de cientos de ciudadanos.
Como respuesta a este escenario, la industria ha ampliado su número de repartidores y buscado el apoyo de las plataformas delivery más importantes del país.
También ha logrado conseguir opciones de financiamiento para los restauranteros, así como menores comisiones por los servicios de pedidos a domicilio.
Por su parte, las autoridades mexicanas han ofrecido la opción de contratar diversos créditos, además de condonar el Impuesto Sobre Nómina y evaluar la posibilidad de extender su horario de servicio presencial, que como recordemos el servicio en piso es hasta las 21:00 horas.
Esta situación está brindando dos áreas de oportunidad: la mejora en pedidos a domicilio y la nueva forma de consumo de alimentos en los hogares mexicanos.